martes, 1 de diciembre de 2009

La justicia cojea, pero no llega


Viéndolo bien. Por: Patricia Lara Salive

Noviembre 29 de 2009
El País de Cali.


Dos casos opuestos en política, pero similares en vencimiento de términos, están siendo examinados, con otros procesos, por la Unión Interparlamentaria, observador permanente de Naciones Unidas: el del ex senador Álvaro Araújo, sindicado de haber tenido relaciones con paramilitares, y el del representante a la Cámara Wilson Borja, acusado de tener vínculos con las Farc. Miremos las dos situaciones:

Araújo, a diferencia de sus compañeros del Congreso, no se declaró culpable porque dice que es inocente y no va a dejarles a sus niñas “el legado de infamia de aceptar haber sido un delincuente”. Y también, a diferencia de sus compañeros, Araújo es el único que continúa preso (le dieron la casa por cárcel a raíz de un isquemia cerebral que, según él, le dio por rabia). Y lo grave es que su situación no tiene esperanza de resolverse pronto, pues el fallo, que ha debido proferirse en julio por la jueza, pues en esa época vencía su término, se aplazó, ya que ella dijo que estaba muy cargada de trabajo y aseguró que, a más tardar, lo proferiría a principios de octubre. Pero en septiembre, la Corte Suprema reasumió los casos de los parlamentarios que renunciaron al fuero para que los juzgara la justicia ordinaria y, así, acogerse la doble instancia. Entonces Araújo, que estaba ad portas de saber si la justicia decretaba o no su inocencia, casi volvió al comienzo y, lo que es peor, sin términos que se le venzan, porque el suyo es un caso atípico.

Según él, la ley determina que debe respetarse la inmediación de la prueba, es decir, que nadie puede juzgar con base en evidencias que no ha presenciado, y la Corte dictará sentencia a partir de pruebas recogidas por el juzgado y no por ella. Y establece que un juicio debe durar máximo seis meses, pero el suyo demoró año y medio. Y propende porque un fallo no dure más de quince días, y el suyo lleva un retraso de cuatro meses, y aún no parece tener posibilidades de producirse: según carta que la Corte le envió a Araújo en octubre, negando su petición de que un magistrado titular se ocupe de su causa y esa corporación escuche sus argumentos, la Corte no ha pronunciado “el fallo de rigor del que no ha podido ocuparse”.

Entonces Araújo le solicitó a la Unión Interparlamentaria que estudie su caso: espera que, en enero, llegue a conclusiones, y confía en que, en virtud de la intervención de ese organismo, no se pase lo que le resta de vida esperando su juicio.

Y Wilson Borja también le pidió a la Unión Interparlamentaria que interceda por él: la Corte le abrió investigación, en julio del 2008, sobre su supuesta relación con las Farc. Antes, en entrevista radial, el presidente Uribe lo acusó de estar vinculado a la guerrilla. Por eso él se quejó ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara. Ese trámite está pendiente. Y la Corte, que le ha preguntado a todo el que se le ha ocurrido, si sabe si Borja ha tenido relación con las Farc sin que, al parecer, haya recogido una prueba seria en su contra, lleva año y medio en la etapa preliminar del juicio, a pesar de que la ley establece que ella no debe durar más de seis meses, prorrogables por seis más.

Así, Borja y Araújo, y tantos que no sabemos, están sub judice, viendo cojear a nuestra justicia que tampoco llega. Ojalá la Unión Interparlamentaria les dé un empujoncito.

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